El concepto de eficiencia energética ha sido entendido siempre como la reducción de la cantidad de energía requerida para un determinado servicio, sin embargo, llevamos un tiempo entendiendo esto de forma diferente.
La eficiencia energética se ha convertido, muchas de las veces, en productos financieros, instalaciones “ecológicas” o centradas en autoconsumir la máxima energía posible, olvidando por completo la definición de eficiencia.
El mejor kilovatio hora es el que no se consume. Parece fácil de entender ¿verdad?. Muchas son las veces que nos encontramos empresas que quieren invertir en una instalación fotovoltaica para autoconsumo, cuando no tienen el 100% del alumbrado de su fábrica con tecnología LED, o instalaciones de calefacción con equipos de producción de calor altamente eficientes y unidades terminales con bajo rendimiento de emisión…
Los puntos clave para conseguir una reducción de consumo energético son los siguientes:
- Auditoría de instalaciones existentes.
- Detección y análisis de grandes consumos.
- Electrificación de instalaciones.
- Diseño adecuado en instalaciones nuevas.
- Mantenimiento de todas las instalaciones.
- Instalaciones de autoconsumo energético.
En conclusión, hay que cerrar la eficiencia energética en la reducción de consumos existentes y el mantenimiento de las instalaciones que se encuentran en funcionamiento, ya que evitará grandes inversiones en instalaciones de autoconsumo.
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